La efervescencia bursátil deja poco margen para el error

Ariel Bezalel, Harry Richards y Valerio Angioni señalan que las valoraciones forzadas que se observan en los mercados de acciones y deuda corporativa podrían estar ocultando tensiones de fondo en la economía estadounidense.
20 January 2025 10 mins

A finales de 2024, una cierta mejoría de los datos económicos y el resultado de las elecciones estadounidenses llevaron a los mercados a abrazar de nuevo el discurso de la solidez económica de EE. UU., lo que comportaría una dosis menor de relajación monetaria. Se trata de una culminación interesante para un año marcado por numerosos giros argumentales en el capítulo macroeconómico.

El año arrancó con los mercados descontando numerosos recortes de tipos en EE. UU. y otras regiones. Sin embargo, pronto se impusieron las dudas derivadas de la persistencia de la inflación y la posibilidad de una reaceleración, lo que provocó una profunda revisión de las expectativas de recortes de los tipos de interés. Tras ello vinieron los recortes de tipos en el tercer trimestre, que fueron mayores de lo previsto unos meses antes, después de que el mercado laboral mostrara señales de debilidad.

En el estado actual, la excepcionalidad de EE. UU. parece cierta, pero bajo la plácida superficie subyacen corrientes que no pueden obviarse. Este hecho se refleja en las valoraciones de las acciones y la deuda corporativa, que parecen forzadas.

Aunque las valoraciones elevadas no pueden ser por sí solas un motivo para esperar una caída, sí conllevan una menor compensación por los riesgos imprevistos y el umbral de tolerancia del mercado ante las sorpresas negativas es bajo.
Los indicadores de valoración nunca son perfectos y a menudo se prestan a diferentes interpretaciones. Sin embargo, se puede afirmar que las señales que emiten en la actualidad diferentes parámetros son, en gran medida, coherentes.

Bajo estas líneas, repasamos algunos indicadores que respaldan nuestra evaluación.

La Q de Tobin del mercado estadounidense

Las bolsas de EE. UU. transmiten actualmente potentes señales de complacencia o una visión de consenso consistente en que la excepcionalidad de EE. UU. continuará en un futuro inmediato.

La Q de Tobin del mercado estadounidense, un indicador que compara las valoraciones bursátiles con el “coste de sustitución” de los activos empresariales (descontando los pasivos), se mueve actualmente en máximos históricos: 

Chart 1 El ratio Q está basado en los datos de la sección “B.103 Balance de las actividades empresariales no financieras y no agrícolas” de la publicación estadística Z.1 de la Reserva Federal. Este dato se calcula de la siguiente forma: acciones de la empresa; pasivos / actividad empresarial; patrimonio neto. A 30.09.24.

Ratio de Buffet

Del mismo modo, el “ratio de Buffet”, un indicador del mercado estadounidense que divide la capitalización bursátil total entre el PIB, también se mueve cerca de máximos históricos:

Chart 2 Fuente: Bloomberg. A 31.12.24.

PER elevado

Otros indicadores más convencionales, como el PER, también parecen estar en niveles elevados, sobre todo cuando nos fijamos en el PER ajustado por el ciclo:

Chart 3 Fuente: Bloomberg. A 31.12.24.

Un aspecto interesante es que, incluso después de ajustar las valoraciones por los tipos sin riesgo actuales o los tipos de la deuda pública, estas parecen ser relativamente altas, aunque todavía no han alcanzado las cotas registradas durante la burbuja puntocom de finales de la década de 1990 y comienzos de la década de 2000.

Prima de riesgo de la renta variable

A continuación proponemos un modelo muy rudimentario (se pueden crear otros más sofisticados y precisos) para calcular la prima de riesgo de la renta variable estadounidense que estaría justificada:

Chart 4 Fuente: Bloomberg, Jupiter. A 31.12.24. La prima de riesgo de la renta variable se calcula usando el bono a 10 años del Tesoro de EE. UU. como representación de los tipos sin riesgo y los datos del índice S&P 500. Utilizamos las estimaciones de beneficios de consenso en ese momento y los últimos datos disponibles sobre porcentajes de beneficios destinados a dividendo. Las rentabilidades pasadas no son promesa o garantía de rentabilidades futuras.

Prima de riesgo de la deuda corporativa

La situación no es tan diferente en la deuda corporativa, donde la compresión de las primas de riesgo ha sido sustancial. A continuación, calculamos percentiles de valoración para diferentes segmentos del mercado de bonos corporativos durante los últimos 20 años:

Chart 5 Fuente: Bloomberg, Jupiter. A 31.12.24.

Algunos segmentos del mercado, como los bonos BB o B de EE. UU., están casi en mínimos anteriores a la crisis financiera mundial, lo que deja muy poco margen para nuevas compresiones.

Diferenciales estrechos en la deuda corporativa

Las lecturas internas del mercado de bonos corporativos parecen, igualmente, bastante forzadas; así, los diferenciales BBB-BB y BB-B dejan muy poco atractivo a los inversores que optan por reducir la calidad. Los títulos CCC ha experimentado recientemente un estrechamiento significativo frente a los títulos B en EE. UU., pero se mantienen relativamente amplios en Europa debido a algunas situaciones concretas que afectan a grandes estructuras de capital con un peso importante en el índice CCC. 

BB-BBB Spreads

Chart 6 Fuente: Bloomberg, Jupiter. A 31.12.24.

B-BB Spreads

Chart 7 Fuente: Bloomberg, Jupiter. A 31.12.24.

CCC-B Spreads

Chart 7 Fuente: Bloomberg, Jupiter. A 31.12.24.

Aunque un entorno de primas de riesgo reducidas no constituye un indicador que señale el momento de una oleada de ventas, sí quiere decir que actualmente los activos de riesgo encierran muy poco potencial para conseguir rentabilidades superiores. Dicho de otro modo, las condiciones actuales del mercado aconsejan reducir el riesgo en las carteras y prepararse para la volatilidad potencial.

La deuda pública es atractiva

Por lo tanto, los gestores de activos deben accionar todos los resortes a su alcance para abordar el riesgo. Nos hemos preparado para el escenario que está perfilándose reduciendo la duración de diferencial, elevando la calidad, recortando las exposiciones cíclicas, optando por los bonos sénior garantizados, usando herramientas de cobertura para jugar más con el alfa que con la beta y centrándonos en las operativas de refinanciación/renovación, entre otras cosas. 

Creemos que la valoración actual de la deuda pública refleja esencialmente un escenario ideal donde no se necesitará el apoyo de los bancos centrales durante los próximos años. Como hemos puesto de relieve en artículos recientes, seguimos pensando que existen algunos focos de debilidad (sobre todo en el mercado laboral y el consumo) que podrían hacer necesaria una relajación más rápida en algún momento de los próximos 12-18 meses.

A la vista de lo anterior, nos sigue pareciendo atractiva la deuda pública de los mercados desarrollados, sobre todo la de EE. UU., Australia y el Reino Unido, dado que creemos que ofrece a los inversores las mejores perspectivas en materia de rentabilidades ajustadas al riesgo. Las valoraciones forzadas nos llevan a adoptar en las exposiciones a deuda corporativa una postura más conservadora comparada con nuestro enfoque histórico.

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